miércoles, 14 de noviembre de 2007

Baal y Mot



Aparece un nuevo enemigo, Mot, dios de la muerte que habita en un paraje pestilente. Le envía un mensaje a Baal para que lo visite a un banquete. Baal acepta la invitación para participar en ese festín. Entonces recibe la orden de El de ir a la morada de Mot y de incorporarse al número de muertos.
“Baal el Victorioso, invístele, la veste de toro tuyo reciba como presente, que tu diestra le estreche contra tu pecho, que el animo de un novillo tenga tu hijo; yo le pondré en la caverna de los dioses de la ‘tierra’. Pero tú agarra tus nubes, tu viento, tu borrasca, tu lluvia, contigo a tus siete mancebos, a tus ocho jabatos; contigo a Pidrayu, hija de la luz, contigo a Tallayu, hija del orvallo. Entonces pon tu cara, si, hacia la montaña Kankan; alza la montaña sobre las manos, el macizo encima de las palmas y desciende a la morada de reclusión de la ‘tierra’, cuéntate entre los que bajan al abismo y sepan los dioses que has muerto.”[10]
Antes de descender a la sima de la muerte, Baal fecunda una becerra, para asegurar que tenga descendencia en la tierra antes de su descenso a los infiernos, ya que con su marcha la quedaría seca y estéril, con el peligro de no poder retornar. El llegar al ‘abismo’, muere. Los dioses quedan conmovidos; incluso El se corta el pecho como símbolo de duelo:
“Entonces el Benévolo, El, el Bondadoso, bajó del trono, se sentó en el escabel y dejando el escabel se sentó en la tierra; esparció ceniza de aflicción sobre su cabeza, polvo de humillación sobre su cráneo, por vestido se cubrió con una túnica ritual; se desgarró la piel con un cuchillo de piedra, las dos trenzas se quitó con una navaja, se laceró las mejillas y el mentón; roturó la caña de su brazo, aró como un huerto su pecho, como un valle roturó su dorso. Alzó su voz exclamando: “Baal está muerto ¿Qué va a ser del pueblo? ¡El hijo de Dagón! ¿Qué será de la gente? Por Baal voy a bajar a la tierra”.
[11]
Anat, quien también manifiesta las mismas señales de duelo, emprende la búsqueda de su hermano, y guiada por la diosa-sol Shapshu, que recorre todo el universo y conoce todos sus rincones, descubre el cadáver de Baal que se encuentra en la sima del monte Safón. Anat apresa a Mot, lo parte en pedazos, lo quema en el fuego y muele y dispersa sus restos en el suelo. Resurge así Baal, recuperando su trono y desencadenando su furia. Sin duda, esta descripción nos hace ver que es más que nada un relato relacionado con la agricultura, un mito fundamental para que la tierra de su fruto. A Baal es el poder de la lluvia y de la tormenta, que fecunda la tierra después del caluroso verano mediterráneo. Los hombres esperan la resurrección de Baal, es decir, el regreso de la estación de la lluvia.
Pero, ¿de dónde sacaron su religión y su cultura los cananeos?
El Antiguo Testamento los considera parte de la familia de naciones camitas, con raíces en las tierras cálidas (que es lo que cam significa) de África, hermanos de los egipcios. Los objetos y los registros escritos desenterrados por los arqueólogos confirman la estrecha afinidad entre ambos, así como las muchas similitudes entre las deidades cananeas y egipcias.
A primera vista, los dioses de Egipto como de los cananeos, dan la sensación de ser una incomprensible masa de actores sobre un escenario extraño, si nos atenemos a la multitud de dioses nacionales y locales, al ingente número de nombres y epítetos, y a la gran diversidad de sus roles, emblemas y mascotas animales. Pero, si miramos más de cerca, nos daremos cuenta de que, en esencia, no se diferenciaban de los dioses de otras tierras del mundo antiguo.

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